“Te esperaré hasta en mi último suspiro”
Era lunes, 12 de noviembre, las dos y cuarto de la tarde; me encontraba en Los Ángeles, y estaba
almorzando con mis amigas; quienes eran: Susie; rubia, de cabello lacio, delgadita, ojos color miel,
y su tono de piel, blanco como un copo de nieve; Katherine, de cabello negro y lacio, ojos verdes
como el color de una esmeralda; su tono de piel, moreno, y su contextura corporal, delgada;
Aurora, cabello crespo y claro; entre castaño claro y rubio, ojos cafés, y contextura corporal un
poco gruesa; finalmente... Carlotta, pelirroja, con varias pecas en su cara, ojos color azul,
contextura delgada, y de estatura bastante alta.
Durante alguna charla que se estaba generando en ese momento del almuerzo, suena mi celular y
me entra una llamada de un número desconocido, que inmediatamente atiendo. Lo primero que
dije fue; Aló, la otra persona que se encontraba en el otro lado de la línea, solo suspiro y colgó. Al
principio creí que se había equivocado al momento de digitar el número telefónico, o que tal vez
era una broma, hasta ahí todo estaba bien, así que guardé mi celular, y continué en la
conversación con mis amigas. Ya todas habíamos terminado el almuerzo; así que, pedimos la
cuenta, pagamos, y salimos del restaurante. El día iba a ser bastante movido, teníamos muchos
planes, y nos encontrábamos ansiosas por poder disfrutar de ese lugar tan espectacular en el que
estábamos.
Íbamos hablando, mientras caminábamos hacia un museo que se encuentra allí en los Ángeles, su
nombre es Museo del Arte del Condado de los Ángeles; eran aproximadamente las cuatro y media
de la tarde, cuando vuelve a sonar mi celular, y al verlo, me doy cuenta que es el mismo número
que me había marcado hace dos horas atrás, claramente contesté de inmediato; no alcancé ni a
poner mi celular en mi oreja, cuando me dicen; Ya, por fin descansó, pero usted lo mató. Mensaje
que me dejó atónita, no podía entender lo que estaba sucediendo, solo sé que la voz que me dijo
eso, me era familiar, muy familiar; pero, no recordaba de quién era. Esa persona me colgó
nuevamente, así que yo devolví la llamada a ese número, contestaron y me dijeron; No llame,
usted lo mató, asesina. En ese momento sentía como la sangre corría por todo mi cuerpo, no sé si
trataba de una broma de muy mal gusto; pero la cantidad de sensaciones que estaba
experimentando eran terribles, sentía desasosiego; pánico; me encontraba perpleja, era tanto así
que una de mis amigas; Katherine, cogió mi celular y se encargó de colgar la llamada. Todas me
hablaban, y me preguntaban de que se trataba esa llamada, para que yo quedara de esa manera
tan epatante; me dieron un vaso con agua para tranquilizarme un poco; o bueno, para que al
menos pudiera hablar, y decir que era lo que estaba pasando. Les conté lo que sucedió; y mientras
contaba; supe y recordé de quien era esa voz tan familiar que me había hablado; pues esa es la voz
de la mamá, de aquel amor prohibido que había tenido. Aquella relación, había finalizado hace dos
años atrás, y esa fue una de las razones por las que decidí viajar por el mundo. Cuando nuestra
relación comenzó; yo tenía dieciséis años, y él tenía treinta y tres; era de esos amores que surgen
al primer instante de verse; así que, así fue... Quedé profundamente enamorada de él al tiempo de
conocernos; nos conocimos en una biblioteca, yo necesitaba reclamar unos libros para un tema de
la universidad, y él, estaba allí; con un libro en la mano, y haciendo lectura de este; no pude evitar
no mirarlo, de verdad era el hombre más atractivo que había visto en mi vida; él me vio, se
levantó, me habló, y me invitó a un café. Desde ese día, surgió nuestra historia de amor. Duramos
ocho años de relación, el gran problema es que uno no se debe confiar de que tan lindo o atractivo
se vea, puede que al final, nuestra vida se convierta en un gran infierno.
La relación siempre se hizo pública, pero él me alejó de todo el mundo, yo vivía casi en cautiverio,
nadie se me podía acercar, él me consideraba de su propiedad, y sin su autorización,
absolutamente nadie podía tener contacto hacía mí. Una mañana me desperté con el impulso de
matarlo, sentí que no podía más; así que eso hice; lo envenené, e inmediatamente quedó
inconsciente; salí de esa casa; salí del país, y decidí viajar por el mundo. Fue allí donde conocí a
estas bellas amigas de viaje, pero nunca les había mencionado algo de mi vida, hasta ese momento
en el que el pasado me había perseguido, hasta encontrarme. Aquel hombre, se llamaba Edwuard,
lo consideré el amor de mi vida, y para toda mi vida. Lastimosamente, lo que le di para que
quedará inconsciente fue tan fuerte, que lo dejó en coma por dos años, y lo llevó a su muerte; mi
intención nunca fue esa, solo quería escapar de esa realidad en la que estaba. No me arrepiento
de nada de lo que hice; lo llevaré siempre en mi corazón porque fue el primer hombre que amé
tanto, y porque cada que sueño, está él ahí, y me dice... “Te esperaré hasta en mi último suspiro”,
aún lo siento conmigo, así no se encuentre físicamente junto a mí, siempre me acompaña.
La gente me llama loca, por eso que hice, pero lo hice por bien de ambos, nuestro amor iba a
durar para siempre, si alguno moría; pero en esta ocasión, le tocó a él, mi gran amor.
Juliana Valentina Rojas Cuadros
Comentarios
Publicar un comentario